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miércoles, 20 de septiembre de 2023

El recuerdo fascinante de mi primer 42 kilómetros en el maratón de Sevilla

Hoy me tocaba día de descanso tras los entrenamientos de principios de semana.

Por primera vez en años estoy usando mi técnica de correr series de 2 kms, sistema que entrenaba en el antiguo recinto ferial de tierra en Teatinos cuando preparé el primer 42 kilómetros de mi vida corriendo en el maratón de Sevilla de febrero de 1994.

Las series de 2 Kilómetros de mi rutina las he estado haciendo esta última semana con el objetivo de averiguar gracias al gran conocimiento avanzado que tengo ahora, qué falló en aquella carrera.

A principios de los años 1990 yo era un montañero que por unos percances alimentarios, por necesidad me vi aprendiendo entrenamientos básicos de running merced a mi mentor y gran amigo de Nerja recientemente fallecido, don Paco Gallardo. 

Lo primero que he hecho es analizar los tiempos de paso por el medio maratón marcado en la misma Plaza de Armas de Sevilla, por entonces una estación de trenes.

Por el medio maratón de la Plaza de Armas pasé en 1h16 o 1h17 con raras sensaciones pero con la solvencia de ir a un ritmo moderado gracias a las rutinas de 2 kilómetros de mi circuito de campo a través donde había marcado 2'48" por kilómetro de media y cada 2 kilómetros 5'36".

En el cálculo he preferido colocar 1h17' al paso por el primer medio maratón para obtener la velocidad más o menos real del recorrido del segundo medio maratón de la maratón de Sevilla, que por cierto terminó ganando el atleta José Apalanza con una marca de 2h16'09".

El primer medio maratón pues lo corrí a 3'38" por kilómetro. El segundo medio maratón lo corrí aproximadamente a una velocidad de 3'10" por kilómetro.

Con el conocimiento científico y la capacidad de análisis que ahora tengo, sé por qué no llegué a la meta y detuve mi marcha en la Avenida Kansas City a solo 6 kilómetros de la llegada al Parque María Luisa.

Mi alimentación consistía por entonces en desayunar lechuga, almorzar lechuga, merendar lechuga y cenar lechuga. Me dio por creerme gordo cuando estaba bastante delgado. Y punto. 

En el hotel del centro de Sevilla donde me alojé, muy atentos, casi me obligaron a cenar aquella noche un enorme filetón rojo de vacuno con patatas riquísimas que me ayudaron a dormir un sueño placentero y profundo.

Veintinueve años después he querido analizar aquella prueba que me marcó profundamente. Mi ignorancia básica sobre entrenamiento de alto nivel me hizo creer que estaba equivocado.

Mi decepción hizo que abandonase este sistema que se me había ocurrido. 

Hoy compruebo que mi sistema no estaba equivocado. Falló creerme que estaba gordo y alimentarme de lechuga. 

En mi entorno no es que me ayudaran mucho. Eran más bien de derribarme con un fuerte laxante en el café que nos hayamos tomado por el camino. 

Me gustaba más viajar solo que mal acompañado.

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